“ARTE MAPUCHE-REVISTERO”
Como el título lo indica, la obra es en
si misma contradictoria. No es fácilmente asociable un tejido mapuche a un
objeto no usual en la cultura mapuche. Pero, como explicaré más adelante, la
intencionalidad del mismo es el vínculo y no la disociación de los elementos
que la conforman: el estético y el funcional.
Es una mesa-revistero. La estructura de
la misma está realizada en barras cilíndricas de hierro de 8 mm, pintada en
negro, con dos superficies planas y paralelas en material desplegable artístico.
El diseño se funda en la búsqueda de las mínimas líneas que puedan dar sostén a
la misma, siguiendo el sistema de cálculo incaico YUPANA.
Consiste en una sucesión proporcional equivalente a la naturaleza: piñas de los pinos, pétalos de margaritas, células de ADN; sigue también el modelo de multiplicación de las células y sirve para predecir eclipses. La escala es:
Consiste en una sucesión proporcional equivalente a la naturaleza: piñas de los pinos, pétalos de margaritas, células de ADN; sigue también el modelo de multiplicación de las células y sirve para predecir eclipses. La escala es:
1-2-3-5-8-13-21-34-55-
(cada
número se obtiene con la suma de los dos anteriores, partiendo del 1;
desconocían el cero), (ver imagen).
La estructura contempla una par de
caños paralelos, a cada costado, desde los cuales serán amarrados dos paños
iguales de tejido mapuche, que funcionarán
como porta-revistas.
Estructura metálica |
Estructura metálica |
Para la realización del tejido seguí
el proceso técnico tradicional. Partí de los bellones de lana de oveja, los
hilé a mano (primero con huso y luego con rueca), los teñí con tintes naturales
y lo tejí en el telar vertical al suelo, mapuche (ver imagen). El diseño
responde a varios aspectos: por un lado, la presencia de los tres “puntos”
básicos, que ellos utilizaban: el punto trama, el “costillita” y el “ojito de
perdiz”; y por otro, la secuencia de franjas obtenidas con los diferentes
colores de teñido natural, habiendo elegido los de mayor intensidad.
El arte textil es el campo donde la
simetría se expresa en plenitud. En el hilado, hay simetría de rotación: en el
hilado de dos hebras, con movimiento “ese” (o mágico), llamado ll’oque; y de
una hebra, con movimiento contrario “zeta” (o común). En el urdido hay simetría
de traslación. El tejido es bilateral y reversible (rotación). La tejedora se
orienta de acuerdo a la simetría del diseño. Une los ritmos físicos (manos) y
conceptuales (ideas). Traslada un ritmo temporal (del trabajo) a un ritmo
espacial (el patrón del diseño).
Tejido en telar mapuche |
Forma y color se complementan en la
creación de la composición. La forma desde el pensamiento lógico (parte
izquierda del cerebro) y el color desde las emociones, la intuición y la
creatividad (parte derecha del cerebro).
La composición de mi tejido se
estructura por bandas o franjas (verticales) generadas por la propia urdimbre,
que le dan un ritmo irregular a través de los cambios de color, de los diferentes
anchos de las franjas y de las diferentes técnicas de urdido, orientando su
lectura en sentido derecha-izquierda o viceversa. En la franja de “costillita”
se observa la simetría a partir de un elemento lineal-módulo, que se repite con
traslación horizontal continua, y es percibido por el cambio de color de la
lana. En los bordes laterales del tejido se elige una repetición del color que
resuelve el “cierre” lateral del mismo, como elemento decorativo. La
característica utilizada en la obra es la del diseño como identidad; por un
lado, porque ineludiblemente el tejido por franjas es propio del telar mapuche
(con su hilado a mano y tintes naturales); y por otro, porque la intensidad de
los colores logrados responde a mi necesidad emocional frente al color, de
lograr intensos contrastes. En quechua, esta técnica es el PALLAY, que
significa recoger. Las figuras se realizan recogiendo los hilos de diferentes
colores según el motivo, quedando visibles los hilos de urdimbre.
Tramas tradicionales básicas del tejido en telar mapuche |
El diseño utilizado en los textiles
andinos (incluido el de la cultura mapuche) tiene características identitarias
y de lenguaje. La identidad aparece en la indumentaria, como código cultural;
en la representación topográfica del espacio vital y como identidad social
(roles sociales, religiosos, políticos, culturales y económicos) y sexual. Esto
se expresa a través del diseño total de
la vestimenta, de los colores utilizados, del ordenamiento de las franjas, de
la complejidad de los diseños. Como lenguaje: se expresan a través de metáforas
y símbolos las ideas que tienen de la cosmología, la mitohistoria, la
contabilidad, la historia personal.
Entendemos por cosmovisión una manera
determinada de percibir el mundo o la realidad. Y la de los pueblos indígenas
considera al universo como una totalidad armónica, donde todo se relaciona con
todo, en un espacio-tiempo cíclico. La percepción espacial ordena al mundo en
opuestos complementarios (hombre-mujer, puna-valle, arriba-abajo,
izquierda-derecha). Utilizando esta característica es que ubico los dos
tejidos-porta-revistas iguales, uno a cada lado de la parte central del objeto.
La obra tiene características
polifuncionales; el contenido estético está agregado a la función utilitaria.
Tomando como base los tres sistemas
de producción que conviven en América Latina, es decir: las artesanías
(pre-capitalistas), las artes “cultas” y los diseños (capitalismo), podría
decir que la estética de esta obra vincula la estética pre-hispánica (donde las
funciones estéticas y funcionales se confunden y fusionan) y una estética de
diseño (propia del capitalismo).
El simbolismo utilizado tiene que ver
con la variedad de colores, los grados de intensidad de los mismos y los
contrastes producidos, como así también la heterogeneidad de las anchuras de las
bandas, como muestra de mi variedad de estados emocionales y su integración a
través de los contrastes y texturas visuales.
Con el desarrollo del capitalismo y
el aumento desmedido del consumismo se produce un progresivo abandono de las
formas tradicionales de producción.
Es de mi interés y manera de ver la
realidad, valorizar la producción de objetos de uso producidos a escala del ser
humano; es decir, a partir de la materia prima de que dispone, con las
herramientas que puede manejar por si mismo, y con técnicas apropiadas y
sentidas. De esta manera se altera el circuito productivo de nuestra cultura
occidental actual (producción-circulación-consumo), que provoca la separación
del productor de su propia obra y la ruptura de la unidad forma-función.
Es por esto, que mi propuesta se
fundamenta en la conservación de una técnica tradicional que está en vías de
extinción, o cuanto menos, de desvalorización y desuso; ya sea porque las
comunidades originarias las perdieron por imposición coercitiva de pautas
ajenas o porque dejaron de ser necesarias para ellos. Esto lo demuestran las
producciones que realizan algunos grupos originarios que, presionados por el
mercado (en cuanto al “tiempo” de producción y “colores de moda”) han dejado de
hilar la lana y de usar tintes naturales.
Asimismo, intento escapar de las dos
falsas alternativas a la ruptura del sistema actual de producción, de la unidad
forma/función. No quiero caer en el esteticismo puro de pretender “salvar las
formas” aunque se sacrifiquen las funciones, ya que esto altera el mecanismo de
la producción comunitaria y tergiversa su sentido. Y tampoco en el
funcionalismo tecnicista, que sacrifica aspectos estéticos para mejorar la
calidad técnica del producto según la demanda del mercado, desconociendo sus
implicancias simbólicas y su encuadre histórico. El sentido de “reproducir” una
técnica ancestral conlleva una significación que intenta recuperar el valor del
vínculo entre la función estética y utilitaria, tan castigado y desarticulado
en la mayoría de los productos actuales de consumo.
¿Cómo se acomodarán estas formas primitivas a la razón interna que anima el progreso?
Cuando los caciques ayoreode son
vencidos y llevados a las misiones dejan sus adornos de pieles y de plumas; han
perdido el derecho y el orgullo de llevarlos. Cuando los shamanes chamacoco se
acercan a las estancias para ofrecer su salud y su trabajo, ya no llevan
guirnaldas ni diademas. Pero los últimos caciques y shamanes libres buscan
afanosamente las aves elegidas y confeccionan con paciencia y sin apuro
complicados atuendos rituales que ya no usarán sus hijos, pero que ahora mismo
pueden convocar la verdad efímera de su momento, pueden conjurar tiempos ajenos
y capturar en su levedad insoportable un instante intenso y fugaz, hermoso y
real como un relámpago.
Sin pretender compararme con los
caciques ni shamanes, ni con la mágica realidad que los hace eternos a la hora
de confeccionar sus atuendos y elementos rituales; mi actitud e intención en la
creación de mi obra fue la de irrumpir en mi “tiempo civilizado” desde otro
tiempo y espacio, el de aquellas culturas.
Un tiempo que requiere de paciencia y
goce a la hora de hilar a mano y teñir con tintes naturales; a la hora de
aprender un tejido que no es sencillo; a la hora de crear un objeto para el
propio uso; y un espacio que se construye tramando colores, formas y sentido.
Me gustaría dejar a mis hijos y a los
hijos de mi pueblo una experiencia de vida, ya no solo personal, sino
colectiva, que contemple estos “nuevos valores” para nosotros, los
“occidentales”. Con esta producción, he dado el primer paso, y expreso en ella
mi agradecimiento a todos los aprendizajes realizados y las enseñanzas
recibidas.
Esta
producción, tanto la de análisis teórico producto de mi investigación
como la de creación del diseño y obra del
Revistero,
se enmarca en
la propuesta de Trabajo Final
del Seminario
de “DISEÑO AMERICANO
El rol del
diseño y los sistemas simbólicos en América prehispánica”,
realizado en
la Universidad Nacional de Córdoba (2005)
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