24 abril 2016

El tejido como cultura




Hace milenios, cuando solo las voces registraban los hechos grandes o pequeños de la vida cotidiana, las mujeres envolvían en una tela a sus hijos recién nacidos. Cómo no ver en ese gesto la creación de un espacio intermedio entre el vientre materno y el mundo exterior…
Los textiles, creemos, nacieron en gestos como esos, en el ámbito de lo afectivo y como parte de una mirada de mujer: para cubrir, dar calor, mantener vivo. Con el tiempo, el tejido será el medio para decirnos, con el color y los diseños, que el mundo puede leerse a través de signos, como si fuese un texto. En las grandes culturas americanas esos signos constituyeron una suerte de lengua franca, y el tejido, un arte mayor con numerosas funciones, entre ellas la de decir lo que las palabras no alcanzaban a expresar.
Las evidencias arqueológicas señalan que la actividad textil está unida al hombre desde épocas tempranas. La arqueología, asociada a otras disciplinas, ha participado también en la reconstrucción del pasado de los grupos de grandes tejedores que aún subsisten y ha contribuido al descubrimiento de las continuidades mantenidas a través del tiempo. Pero es preciso recordar que fueron los artistas y los historiadores del arte quienes, a partir de la apreciación estética, pusieron en evidencia la riqueza de ciertos materiales textiles que combinan técnicas impecables con expresividad y belleza.
Nuestro tiempo es tecnológicamente deslumbrante, pero borra la real proximidad de los hombres. Solo algunas culturas mantienen un espíritu de naturalidad y de cobijo, y las apreciamos como islas de humanidad (Guardini, 1960): son islas culturales en las cuales la mirada de mujer extendió su acción relacional a la sociedad (Arquideo, 2004). Esas sociedades cálidas y de cobijo –premodernas para algunos y exóticas para otros- deben atraer nuestra atención. Son relicarios, y deben ser admiradas por lo que atesoran de tiempos lejanos. En la actual provincia de Santiago del Estero se puede encontrar una de esas sociedades cálidas, cuyo arte popular textil aún vigente evidencia el mestizaje cultural y el resguardo de saberes.

En los cubrecamas –sobrecamas, cobijas o colchas- santiagueños se puede reconocer una continuidad cultural compleja y diversa.

Breve extracto del texto de Ruth Corcuera, en
"Teleras"-Memoria del monte quichua;
Ediciones Arte Étnico Argentino, 2.005

El tejido como cultura
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